Carlos y su guitarra. Un idilio que comenzó desde muy chico y que parece no tener fin. Cultor del bajo perfil, pero que a fuerza de un gran talento para ejecutar la guitarra, se convirtió en una de las piezas más codiciadas por varias bandas que integró, pero también por aquellas que, al menos, lo pudieron tener en un set de grabación. Por ahí transita Carlos Cáceres, “Hermo”, para los amigos y colegas, un hombre que impone respeto tras las cuerdas, pero que hace de su cordialidad una marca registrada, convirtiéndolo en un músico querido. ¿Cuál fue el origen de tu amor por la música, en particular, por la guitarra? Mi mamá compro una guitarra de juguete y una pandereta cuando tenía 2 años. La guitarra, era para mi hermano, pero al final yo me quedé con ella y mi hermano con la pandereta. Desde ahí en adelante no solté más el instrumento. Podría decirse que la guitarra me eligió a mí en vez de yo a ella, o mejor aún, Dios me dio el don de la música antes de saber hablar.
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